La fórmula más barata para combatir el calentamiento global

Discípulo de Stephen Hawking y amigo de Bill Gates, el científico Nathan Myhrvold diseñó un simple sistema que llevaría dióxido de azufre hasta la estratósfera para bloquear la radiación solar, a un costo que es una fracción muchísimo menor a la inversión anual que propone el Informe Stern del gobierno británico y también muy inferior a lo que Al Gore ha gastado en alertar sobre la materia. La iniciativa es destacada en el libro SuperFreakonomics


Mil ochocientos años antes de que Galileo descubriera que la tierra era redonda, un sabio griego soltó una bravuconada: "Dénme un lugar donde apoyarme y moveré al mundo". Arquímides explicaba así el principio de la palanca, con el cual diseñó el sistema de poleas y con el que se perfeccionaron las catapultas que se usaban para la guerra.

En la era de la informática, 23 siglos después, Nathan Myhrvold, un científico del estado de Washington, en EEUU, busca usar el mismo principio para atacar el calentamiento global.

Muchos han tratado lo mismo. Nicholas Stern, un respetado economista británico, presentó un reporte en 2006 al gobierno de Tony Blair en el cual estimaba un costo de US$ 1.200 miles de millones para reducir el calentamiento global. Por su parte, Al Gore, ex vicepresidente de EEUU, ha gastado US$ 300 millones en sólo alertar al mundo de que la temperatura en la tierra está subiendo.

Myhrvold, en cambio, propone un sistema cuyo costo es una fracción de cualquiera de esas sumas. Desde su oficina en Bellevue, Washington, explica por teléfono que "tenemos distintas estimaciones. Una de ellas (por un costo anual de US$ 10 millones y con una inversión de US$ 24 millones en infraestructura e instalación) se enfoca en combatir el calentamiento del Polo Norte, con lo cual podríamos detener gran parte del derretimiento de hielos, retirando calor del océano. Nuestras simulaciones computacionales muestran que podríamos enfriar el resto del hemisferio occidental con esto".

De Hawking a Microsoft

Myhrvold fue hasta 1999 la cabeza tecnológica de Microsoft y entre sus amigos cuenta a Bill Gates. "No conozco a nadie que sea más inteligente que Nathan", dijo Gates alguna vez, según los autores de SuperFreakonomics, Steven Levitt y Stephen Dubner, libro donde dedican un capítulo entero a esta propuesta.

Tras entrar a la universidad a los 14 años, a los 23 Myhrvold ya era matemático, tenía un máster en geofísica/física espacial y otro en economía matemática, además de un doctorado en física matemática de la Universidad de California en Los Angeles y Princeton. También ha ganado premios como chef y fotógrafo (ha sacado fotos desde Atacama hasta la Patagonia) y es parte del equipo que más huesos de T. Rex ha encontrado en el mundo. Por si fuera poco, antes de hacerse millonario y aparecer en la lista Forbes 400 en 1999 con una fortuna de US$ 650 millones, trabajó un año con Stephen Hawking en cosmología cuántica.

Con esas credenciales, hoy difunde su sistema de "estabilización climática estratosférica", diseñado bajo el alero de Intellectual Ventures (IV), la compañía que fundó en 2000 con el biofísico Edward Jung. La firma posee 20.000 patentes en todo el mundo entre propias y adquiridas a terceros, adoptando el rol efectivo de inversionista ángel para inventores.

Entre los inventos propios de IV se cuenta un sistema para enfriar el mar y así evitar huracanes, y un láser que mata al mosquito de la malaria, primero identificando al portador mediante la frecuencia de sus aleteos (generalmente la hembra es la transmisora, que pesa más que el macho y, por ende, aletea menos). El propio Gates participa en este proyecto y también es accionista de IV.

Desde la estratósfera

En IV bautizaron su sistema contra el calentamiento como StratoShield, es decir, un "escudo estratosférico", el que está constituido por dióxido de azufre (SO2), el mismo material que expulsan los volcanes cuando hacen erupción, y que son partículas que bloquearían la radiación solar, enfriando la tierra.

Myhrvold sacó la idea de la erupción del volcán Pinatubo, en Filipinas, en 1991. "Fue tan grande que las cenizas con el sulfuro se distribuyeron por todo el mundo gracias al viento y se mantuvieron por dos años", explica. Esto limitó la radiación solar hacia la tierra, disminuyendo su temperatura en medio grado centígrado en ese período. "Empezamos a pensar en este proyecto hace cinco años, a partir de lo ocurrido con el Pinatubo", dice Myhrvold.

Pero, ¿cómo lograr una concentración de SO2 constante en el aire que bloquee la radiación? Frente a esa duda, Myhrvold recordó a Arquímides: si mientras mayor es la distancia, mayor es el peso que puede moverse, mientras más alto el SO2, mayor su protección contra el sol.

La idea que siguió sorprendió por su simpleza a los autores de SuperFreakonomics. Myhrvold y sus socios idearon llevar el SO2 a unos 30 km de altura, atravesando casi toda la estratósfera, que es la segunda capa atmosférica desde la tierra. ¿Cómo? Con una manguera similar a la de los bomberos, la cual quedaría suspendida por una serie de globos de helio.

Una vez en la estratósfera, el extremo superior de la manguera dispararía SO2 en aerosol. "Como la gravedad a esa altura es más liviana, calculamos que las partículas se mantendrían un año flotando, de modo que si queremos parar, no nos caería sobre la cabeza", dice. De hecho, las personas ni siquiera percibirían la menor radiación solar a partir de este SO2 en la estratósfera, asegura.

Asimismo, Myhrvold descarta la posibilidad de una lluvia ácida (el SO2 es una de las moléculas que forman el ácido sulfúrico). Cita estudios científicos que concluyen que el aumento en la acidez de la lluvia y nieve a partir de varios millones de toneladas de SO2 adicionales en estas precipitaciones "tendrían un efecto minúsculo y no causarían daño a los ecosistemas".

Visiones encontradas

La propuesta, sin embargo, también tiene detractores. Al Gore ha dicho que el StratoShield "es una locura (...). Si no sabemos lo suficiente para dejar de enviar 70 millones de toneladas de polución a la atmósfera todos los días, cómo vamos a saber contrarrestarlo". Pero Myhrvold no retrocede: "Al Gore ganó el premio Nobel por promover la conciencia del calentamiento global seriamente. Pero nadie ha puesto ninguna solución sobre la mesa", critica.

Una de las propuestas más comentadas en los últimos años es la del informe Stern, que sugiere gastos por un 2% del PIB global, o US$ 1.200 miles de millones al año. Myhrvold encuentra que tal esquema "simplemente no es viable; nadie podría cargar con costos así, menos en un período de crisis financiera global".

Mientras, el científico sigue presentando el StratoShield en varias conferencias: "No promuevo su uso inmediato, pero es nuestro deber trabajar en ideas para la eventualidad de que necesitemos un remedio en forma rápida al cambio climático, y no veo que muchos lo estén haciendo".

Fuente: Diario La Tercera.


Comentarios