Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía


El 17 de junio se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, fecha en que se conmemora la firma de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), surgida en 1994 como resultado de las negociaciones de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro dos años antes.

El organismo internacional enfoca su atención en la degradación de tierras que afecta fuertemente la productividad y la seguridad de ecosistemas en donde viven algunos de los grupos humanos más vulnerables.

La celebración forma parte de una estrategia a nivel mundial, que consiste en promover acciones de manejo sustentable que ayuden a prevenir, detener y revertir los procesos de degradación de tierras, la desertificación y la mitigación de los efectos de la sequía.

Paralelamente, se combaten otros impactos adversos, tales como: baja en la productividad de las tierras, desnutrición, empobrecimiento de la población y migraciones.

La CNULD se considera la única convención de carácter global, ya que hasta la fecha la han firmado la totalidad de los 193 países adscritos al sistema de las naciones unidas.

Este año ha sido designado por las Naciones Unidas como el Año Internacional de la Biodiversidad para conmemorar la vida en la tierra y la importancia de la biodiversidad, estrechamente asociada al suelo. Por tanto, el tema que la CNULD da a conocer para este año es: “Mejorar los suelos en un lugar, mejora la vida en todas partes”.

El mensaje es sencillo: resaltar la riqueza de la biodiversidad del suelo y la importancia que tiene para los ecosistemas y el ser humano.

Riqueza e Importancia del Suelo

Los suelos pueden concentrar hasta cinco toneladas de vida animal en una hectárea. En una cucharada de suelo podemos encontrar 6 mil especies diferentes y más de un billón de bacterias. El 75 por ciento de los países en vías de desarrollo dependen de la agricultura para sobrevivir. Dos centímetros de suelo pueden tardar hasta 500 años en formarse.

La formación del suelo es un proceso lento y que depende de la actividad de esta biodiversidad, pero no sólo las formas de vida en el suelo determinan su calidad y salud; existen otros factores naturales o causados por el hombre que inciden en él:
el uso insostenible del suelo, las prácticas inapropiadas de cultivo o pastoreo, el desarrollo industrial y urbanístico.

Esto produce desprendimientos de tierra, erosión, contaminación y la pérdida de materia orgánica, repercutiendo en la productividad de los ecosistemas y la cantidad y calidad de los alimentos producidos.
Fuente: CEADA

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