Latinoamérica y la Guerra por el Agua

El cuerpo humano tiene un 75 % de agua al nacer y cerca del 60 % en la edad adulta. Este líquido vital, el cual es un elemento esencial para la supervivencia, ha llegado a niveles preocupantes de escasez a nivel mundial. La cantidad de población y de consumo indican que, a este ritmo, en el 2025 la demanda de agua será un 56% superior al suministro.

Pero toda esta situación que ha generado que la problemática hídrica se presente como el punto prioritario en la agenda social y económica del siglo XXI, responde precisamente al elemento sobre-explotador de la naturaleza, intrínsico en el sistema capitalista donde absolutamente todo se compra y se vende. Es importante aclarar que la escasez de agua dulce que vive el mundo en la actualidad, no es producto de algo que inexorablemente estaba destinado a suceder, se debe al sistema capitalista que hoy en día pone en peligro de extinción al mismo ser humano, que acumula riquezas para unos pocos y miserias en grandes cantidades para las grandes mayorías del mundo.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la actualidad, de los 6.250 millones de habitantes, 1.100 millones no tienen acceso al agua potable y 2.400 millones carecen de un saneamiento adecuado. Las cifras involucran en valores aproximados al 40 por ciento de la población mundial. Las páginas más negras del informe dan cuenta de que cinco millones de personas —la mayoría, niños— mueren cada año por beber agua contaminada. El mismo informe advierte que, de no revertirse este panorama, en el año 2025, las muertes y las enfermedades ocasionadas por la escasez y la contaminación del agua podrían adquirir dimensiones trágicas.

Ante esta situación catastrófica, las instituciones nacidas del acuerdo de Breton Woods; El FMI y el Banco Mundial, recomiendan la privatización del agua como medida de control de las grandes reservas encontradas en América Latina. Esta medida neoliberal lo único que asegurará es la exclusión de las grandes masas de pobres de este recurso vital de las civilizaciones.

Ya lo escribió Manuel Yepe, en un artículo titulado: “La Guerra por el Agua”.

Los pobres no tienen dinero para sufragar los costos funcionales de empresas operadoras de acueductos que ofertan el líquido como una mercancía más, y los gobiernos, en el esquema globalizador neoliberal, carecen de hacienda para apoyar a esas empresas y mucho menos a sus "clientes".

En algunas partes del mundo, se aprecia un inusitado interés por los gobiernos de Estados Unidos y otras grandes potencias en brindar "protección militar" a las vías acuáticas importantes. Se hace cada vez menos disimulada y más acelerada la militarización de las grandes fuentes de agua, cuyo objetivo a largo o mediano plazo es evidente.

En abril del 2000, después de siete días de paro en la ciudad y fuertes protestas en las calles, el Presidente de Bolivia fue forzado a terminar un contrato de privatización del agua con Aguas del Tunari, la subsidiaria de la corporación Bechtel. El gobierno boliviano dio en concesión por 40 años la administración del servicio en 1999. Pero los términos del contrato eran tan nefastos que en sólo cuestión de meses la población se levantó y acabó con ello.

Maya Rivera Mazorco y Sergio Arispe Barrientos, comentan que a partir de la guerra del agua de abril del 2000 en Cochabamba Bolivia, la insurgencia de diferentes movimientos sociales inició y fortificó la defensa de los recursos naturales y de la soberanía estatal que son amenazados por las recalcitrantes políticas de liberalización de la economía, que entienden a los recursos naturales como mercancías destinadas a satisfacer las demandas de producción, reproducción y acumulación del capital. La importancia de las demandas que surgieron de esta resistencia social al neoliberalismo, se hace evidente en tanto la guerra del agua ha sido reconocida como un hito mundial. Este hecho es reflejado en los diversos foros, seminarios, encuentros, talleres y otros espacios de debate social que están constantemente analizando la situación del agua dentro del modelo de tratados comerciales que se vienen llevando a cabo entre Bolivia y las diversas instituciones internacionales como la OMC, el BID, el FMI, y el BM.

En este contexto se encuentra el enérgico debate sobre el denominado “recurso agua”, en el cual una gran resistencia a la concepción del agua como mercancía se está desarrollando.

En Latinoamérica se encuentran las más grandes reservas de agua potable de la tierra; las grandes potencias mundiales cuyo camino consumista de la naturaleza es increíblemente desmesurado, agotan sus reservas naturales cada vez más rápido y con más intensidad. Según algunas estadísticas; En Europa, solamente el 9% de sus más importantes ríos, no están contaminados. En EE.UU, el 40% de los ríos y lagos padecen el mismo problema, otro tanto el acuífero Ogallala, que se extiende desde Dakota del Sur (centro de EE.UU) hasta Texas en el sur. El uso desmedido y los agrotóxicos son los grandes responsables, por obra y gracia de la acción inconsciente y depredadora del hombre capitalista, de matar el agua. El continente americano, con solamente el 12% de la población mundial, contiene el 47% del total de las reservas de agua dulce del mundo.

La República Argentina comparte con Brasil, Paraguay y Uruguay una de las tres reservas más grandes del mundo de agua subterránea, me estoy refiriendo al acuífero Guaraní, (reservorio subterráneo de agua dulce). El Guaraní tiene una superficie estimada de 1.194.000 km2., de la cual casi el 20% nos corresponde. Digo estimada, porque se ignora todavía, cual es el extremo oeste de la reserva en nuestro país. Algunas apreciaciones lo ubican superando la occidentalidad de la laguna Mar Chiquita (Córdoba) y hacia el sur llegando hasta los lagos cordilleranos.

Tal y como dice Marcial Candioti; Esta fabulosa riqueza natural está, como no podía ser de otra forma en la mira de europeos y norteamericanos fundamentalmente. Este comentario de Marcial, no se debe de ninguna manera a alguna supocisión apresurada, América Latina ha sufrido siglos de histórico saqueo por parte de viejos y nuevos imperios.

El imperialismo norteamericano ha demostrado que no escatima esfuerzo cuando necesita apoderarse de los recursos soberanos de otros países; en el nombre de la seguridad nacional norteamericana, su poder hegemónico ha cometido las atrocidades más descaradas ante la comunidad internacional que ha sido incapaz de indignarse si quiera, injusticias en nombre de la libertad, para asegurar su nivel de vida altamente consumista y capitalista; The american way of live.

Manuel Yepe en su articulo Guerra por el Agua nos comentaba: “Se pronostica una era de tensión y de guerras en torno al acceso al agua potable, que solo podría evitarse o atenuarse por medio de un sistema de relaciones que impida el ecocidio, que excluya la consideración del agua como un recurso escaso susceptible de ser mercantilizado y, mucho menos, convertido en botín de poderosos saqueadores”.

En ecuador, se aprobó recientemente la única Constitución del mundo que reconoce a la naturaleza o Pachamama como sujeto de derechos, lo que implica respetar integralmente su existencia y el mantenimiento de sus ciclos vitales. Desde América latina, este pequeño rincón del mundo, muchas cosas están cambiando, la relación de los mandatarios y sus pueblos se redimensiona para interpretar siglos de exigencia que recién ahora, han empezado a encontrar asidero. Desde nuestra construcción del Socialismo, el socialismo nuestro-americano, se dispone como principio fundamental el respeto a la “pachamama”.

Los pueblos de América Latina nos negamos a la mercantilización del Agua, de los derechos humanos. Desde la tierra del ALBA, estamos dispuestos a defender nuestras reservas naturales, a impulsar un mundo en donde la vida misma no sea objeto de mercancía para el mercado internacional.

RNV/ por Adal Hernández

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